Lago di Carezza

Las dolomitas

Hay tres cosas que cuando llegas a las dolomitas italianas te llaman poderosamente la atención.

La primera son las montañas. Son muy escarpadas, recortadas y verticales. Emergen como blancas agujas afiladas hacia las nubes, como si intentaran pincharlas con sus puntiagudas cumbres. Esta forma tan alpina exagera un poco la altura de estas montañas que, sin embargo, no levantan más altura que los Pirineos.

La segunda sorpresa es el idioma: si lo que esperas de Italia es el italiano… pues no es ese el lugar. El alemán se impone, escrito y hablado, en las matrículas de los coches y en los anuncios.

Y la tercera son los árboles. ¿Recuerdas los pinos de la marca de pinturas Alpine? Pues así son los árboles, pinos altísimos y muy estrechos.

Pero lo que no esperaba de ninguna forma fue el manto (o más bien juego-de-cama-con-edredón-y-nórdico-completo) de nieve que habría de encontrarme. Era la última semana de mayo y, de forma extraordinaria, a partir de 2.000m había un metro de nieve, lo que me obligó a cambiar muchos de los planes que llevaba preparados. Y eso que llevaba palos, crampones y buenas botas de montaña… pero sin raquetas era imposible avanzar y acababa hundiéndome hasta las rodillas. No queriendo parecer el típico turista perdido que se mete por donde no debía y que tiene que ser rescatado improvisé algunos de los planes.

Pero al mal tiempo buena cara y si la nieve te corta un camino igual te está mandando un mensaje.

Con base en Cortina d’Ampezzo (bueno, realmente en un hotel a casi media hora, en mitad de la nada) y equipado con Fiat Panda sin bluetooth recorrí durante tres días las dolomitas italianas, desde el amanecer hasta el atardecer.

Conforme se acercaba el momento el parte meteorológico no podía ser peor: un día medio lluvioso y el resto lluvioso total. Afortunadamente mejoró y tuve una variedad significativa de soles, nubes y lluvias, aunque sin ningún atardecer o amanecer reseñable.

El primer plan que tuve que anular fue mi primera excursión al Lago di Limides, desde donde quería fotografiar el atardecer contra una bonita montaña. Anulado el plan al ver que era imposible andar un metro sobre la nieve busqué algún otro elemento que fotografiar, como este atardecer en las Cinque Torri.

Cinque Torri

El primer amanecer fue en el Lago D’Antorno que, oh sorpresa, estaba helado y muy apagado de colores. Ni hierbecita, ni flores, ni colores… solo hielo.

Lago D’Antorno

Al salir de allí pasé por el bonito Lago di Landro en el que también estuve tomando alguna fotografía. Al fondo de esta fotografía puedes ver como el sol iba bañando con sus rayos las cumbres dolomíticas. Como el primer plano era un poco insulso busqué algo que llamara la atención y encontré la desembocadura de un pequeño torrente. Sobre ese torrente coloqué el trípode y la cámara muy bajita de tal forma que se se veía la desembocadura. De alguna forma intento establecer cierto diálogo entre las montañas, que bajan por la diagonal superior, y esos brazos de tierra que se adentran en el lago por la diagonal inferior.

Lago di Landro

Dos días tuve que venir hasta esta localización para tomar esta siguiente fotografía. El primer día las nubes estaban bajas y casi ocultaban las montañas del fondo. Estuve esperando a ver si las nubes se disolvían pero en vez de eso se echó a llover. Enfundé la cámara con el protector de lluvia y esperé a ver si aminoraba, pero fue a peor así que no pude hacer otra cosa más que recoger y volver al coche mojado y humillado. Al día siguiente hubo mejor suerte con el clima y encontré las nubes justas.

Esta fotografía esta tomada desde una colina cercana con el tele y es en realidad una panorámica, compuesta por tres filas de izquierda a derecha y tres filas de arriba a abajo. Además, para asegurar que me llevaba toda la información posible hice bracketing de tres tomas en cada una de las escenas. Es decir, hice 3x3x3=27 fotografías para esta foto que ves. Puede que para esta fotografía, entre desplazamientos y esperas haya necesitado 12 horas.

Desde lo alto de la colina en la que me había apostado vi pasar varios grupos de fotógrafos, seguramente en photo-tours como los que yo he hecho alguna vez, que llegaban al pie de la iglesia, hacían la foto y se iban. Afortunadamente yo tenía más tiempo y libertad para moverme que ellos, y estoy seguro que a pie de iglesia, con un gran angular, perderían la perspectiva que yo tenía. De todas formas, y en honor a la verdad, tengo que decir que la posición que elegí para hacer mi fotografía no era ni casual ni original. Se la había visto a Max Rive y copié su encuadre. Además podéis comprobar el estilo de Max, con fotografías muy procesadas y de alto impacto visual.

También me tocó ver pasar las horas y las nubes en el Lago di Carezza. Al llegar las nubes habían cubierto todas las montañas y amenazaba lluvia. Además tampoco es que tuviera mucho tiempo: era la última foto antes de coger el coche y volver hacia Bergamo, donde debía pasar la noche para despegar a las 6.40h de la mañana en un vuelo que me dejaría en Zaragoza a las 8.30h.

Lago di Carezza

Ese trayecto (el de ida hacia Bergamo) duraba 3 horas y no quería llegar de noche así que me propuse salir a las 17.00h como tarde… y acabé saliendo a las 18.00h por la regla del “15 minutos más a ver si se despeja y sino me voy”. Mereció la pena: en un momento empezaron a verse las montañas y cuando mejor se veían se abrió otro hueco que permitió que unos rayos del sol iluminaran de forma perpendicular a la escena la montaña y los pinos alpinos. 3 horas parado estuve para poder hacerla.

Cuando llegué, sin sol, triste.

Técnicamente la fotografía está tomada con filtros de densidad neutra y no, el color del lago no está trucado. Era así de increíblemente turquesa. Espectáculo que otros fotógrafos impacientes se perdieron por no querer o no poder esperar y es que la fotografía entre otras cosas es planificación, sí, pero también esperar, paciencia y lentitud.

Amanecer desde el Passo di Falzarego

No hubo grandes amaneceres ni atardeceres, la verdad. Bueno, hubo un gran atardecer y lo vi el domingo por la noche cuando volvía en coche por la autopista.

Quizás sea este amanecer desde el Passo Falzarego el que más colores aportó, el resto fueron bastante sosos bien por tener cielos totalmente planos o bien por estar totalmente cubierto.

Como de costumbre, con el tele, aproveché para hacer algún detalle. ¿Había nieve o no había nieve?

¿Luna o sol?

El resto del día estuvo lloviendo sin parar y con la funda anti-lluvia, el tele y el trípode aproveché para realizar alguna fotografía en la que reflejar ese momento de lluvia y nubes.

Otro ejemplo de atardecer con menos gloria que un paño de cocina fue en el Lago di Braies, lugar instagrámico por excelencia, donde allí nos juntamos unos cuantos trípodes y sus respectivos fotógrafos. A pesar de lo popular de ese lugar hay que reconocer que es de una belleza espectacular.

Para intentar darle un poco de color al cielo utilicé un filtro de resina degradado inverso, pero lo cierto es que tampoco conseguí mucho color.

Os presento dos fotografías distintas, una es una panorámica y la otra es una larga exposición de 400 segundos, una auténtica barbaridad en la que el ruido se hace muy evidente en las zonas oscuras, pero para instagram… es suficiente. ¿Cuál te gusta a ti más?

Otra bonita postal la del Lago Misurina, también helado. La fotografía es en realidad una panorámica realizada con el teleobjetivo.

No quería cerrar este texto sin destacar dos cosas de las Dolomitas que si te gusta conducir las vas a disfrutar. La primera, es obvio, son las carreteras: bonitas, tranquilas y con unas vistas increíbles.

Por las mañanas cuando iba con el coche a fotografiar los amaneceres me las encontraba llenas de ciervos. También vi un zorro.

También son increíbles los puertos de montaña, allí conocidos como passo. Que ahora que lo pienso mucho más lógico llamarlo passo que puerto, porque que alguien me explique a mi porqué llamamos puerto a una zona de montaña, vamos, yo ni barcos ni mares veo en los puertos de montaña.

En fin, que desde sus puntos más altos, algunos a más de 2000 metros, puedes ver valles enteros, pueblos y otras montañas lejanas. Todo muy bonito.

Estas dos fotografías están tomadas prácticamente desde el mismo lugar, el Passo di Falzarego. La segunda, como puedes imaginar, está editada con un filtro para darle ese tono sepia. La primera que cuelgo me parece de ese estilo.

En definitiva las Dolomitas son una zona de montaña que por sus paisajes y por lo accesibles que son recomiendo visitarlas a todo el mundo. Eso sí, recuerda llevarte siempre más basura de la que generes y no dejar rastro.

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